sábado, 27 de abril de 2019

La Crisis del Periodismo: la verdad ya no es importante.


Fue el senador estadounidense, John Hiram, quien, en el horrible contexto de la Primera Guerra Mundial, en 1917 sentenciaría "que en la guerra la verdad es siempre la primera victima". 25 años más tarde, sería el Primer Ministro Británico, Winston Churchill, citando a Hiram, expresaría «en tiempos de guerra la verdad es tan preciosa que debería ser protegida por un guardaespaldas de las mentiras». Y aunque resulta curioso, por no decir contradictorio, que dos personalidades representantes de los gobiernos más manipuladores hasta ahora conocidos en la Historia se hubieran expresado de esa forma en tiempos tan convulsos, sobra decir que tenían razón.

Desde finales de la Segunda Guerra Mundial, hasta la fecha, en el mundo ha habido un ansia incontrolable por conquistar, doblegar y manipular la mente de los hombres a cómo dé lugar, desde los experimentos más escabrosos elaborados por las Agencias de Inteligencia durante la Segunda Guerra Mundial, hasta la evolución y el manejo más práctico de la propaganda y la mercadotecnia (que no son iguales) para mover a las masas hacia un objetivo o dirección marcada por, como decía Erich Fromm, en su libro "El Miedo a la Libertad", una "autoridad invisible" que no da órdenes, sugiere.

Ya en mi exégesis e investigación sobre el Movimiento Estudiantil de 1968, que se publicó en La Era de México el año pasado, hablé largo y tendido sobre este manejo de la propaganda. Y no soy el único, el propio Fidel Castro, haciendo un análisis y resumen personal sobre las obras de Daniel Estulin, expone que en realidad, lo que se vivió en Occidente durante los años 60s, fue una revolución "secreta", una amplia operación de lavado mental llevada a cabo por Agencias de Inteligencia y otros organismos internacionales.

Desde 1968, hasta la fecha, nada ha sido igual para el mundo. Algo que el propio Papa Benedicto XVI constató recientemente al declarar que toda esta crisis interna que sufre la Iglesia Catolica deviene de la "Revolución Sexual" de los años 60s. 

Es por esto que, nuestro contexto difiere en cierta medida al de Hiram y Mr. Churchill, en nuestros días no hay ningún conflicto bélico (al menos visible y tangible) que parece imitar a las escenas descritas por San Juan en la Apocalipsis. No, en nuestros días hay un conflicto que va más allá, que trascendió de las armas para transmutarse en la mente de los hombres. Por ende, la sentencia de este siglo debería ser: "la verdad no murió, simplemente fue olvidada".

LA VERDAD NO ESTÁ MUERTA

En su ya categórica y trascendental obra de un "Mundo Feliz", Aldous Huxley, plantea una idea distópica que supera en demasía a lo planteado sobre George Orwell, y que a su vez se complementa. Y esa idea es que, la verdad no va ser ocultada a nadie, pero la gente va a estar tan ocupada y distraída que no tendrá tiempo, ni mucho menos interés en buscar y conocer. A diferencia de lo expuesto por Orwell en su libro "1984" donde un Gobierno Totalitario de corte "fascista" y ciertos tintes "socialistas" ocultaba la información a la fuerza y con apoyo de una espectacular campaña de propaganda y lavado mental de la que nadie se escapaba. 

El propio Joseph Goebbels, el "demoniaco" Ministro de Propaganda de Hitler durante la época del Tercer Reich, en su ya conocido manifiesto de "Los Once Principios de la Propaganda", enuncia en su Séptimo Principio que: 

«Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.»

A esto se le conoce hoy como "infoxicación", un término que gracias al auge y vulgarización de las Redes Sociales, se ha mencionado mucho en los últimos meses. ¿En qué consiste? sin ahondar demasiado en el tema, es cuando el usuario de Internet recibe tanta información innecesaria y sin trascendencia alguna que su cerebro llega a bloquearse y queda incapacitado, por decirlo de cierta manera. Es ese constante ruido de notificaciones que inundan nuestro móvil o computador sobre noticias o publicaciones sin sentido, desde memes y vídeos "chistosos" hasta titulares, notas y vídeos insulsos y sin importancia como "Científicos Descubren que la Gente que come Helado de Vainilla es un 86,3% más inteligente". 

De tal forma que, antes, una tragedia nacional era tema para largo, así como un escándalo político o una situación de guerra en algún país lejano, y ahora no, ahora la información se quema tanto y a tal rapidez que, entre bromas y notas tendenciosas, en una semana se convierte en "tema del pasado". 

Decía Marco Aurelio que "no es que no tengamos suficiente tiempo, sino que la mayor parte de él la desperdiciamos", y evidentemente esto es algo que se puede apreciar bien en la sociedad. Los niños del futuro probablemente crezcan sin un ápice de habilidades y herramientas para mejorar su comprensión, porque "ya no hay tiempo" para sentarse a leer a consciencia las notas o a abrir con tiempo y paciencia un libro para leerlo a gusto, no, las notas, como las gomitas del supermercado deben "consumirse" rápido, y es más, cuánto más revelador o polémico sea el titular, es suficiente para que lo acepte o rechace el individuo a primera vista. 

Nos vanagloriamos de las estadísticas a modo sobre la alfabetización nacional, pero no nos ponemos a pensar, como dijo mi colega Pablo, de la Granja Humana MX, que esa "alfabetización" se logró a base de memorizar y nada más. ¿Pero entonces de que sirve leer si el único fin es memorizar para un momento y después tirarlo a la basura? 

Todos podemos aprender, todos podemos emprender nuestra propia búsqueda por conocer la verdad sobre un tema, porque la verdad está ahí, porque el conocimiento ya está al alcance de la mayoría de personas. Solamente que...

A NADIE LE IMPORTA YA LA VERDAD  

El trabajo de un periodista debe generar información, un periodista, como enseñaba el maestro Salvador Borrego, debe buscar la significación del hecho, la trascendencia de la noticia. Las preguntas de un periodista deben estar enfocadas en conseguir las respuestas que se necesitan, y no encadenadas a la adicción de fama o a la obsesión por los reflectores. La labor de un ente informativo está en INFORMAR a la gente, GUIAR a sus lectores, no confundirlos y mucho menos buscar causar polémica. 

Un periodista, como cualquier persona tiene derecho a tener su ideología política o seguir determinada doctrina, pero su trabajo no debe estar al servicio NI DEL DINERO ni de los INTERESES POLÍTICOS de un grupo o persona. 

Sin embargo, estos principios del periodismo, como la esencia de la verdad, ya tampoco son importantes, lo que importa a los medios de comunicación y "periodistas" en general es causar polémica, conseguir seguidores, agradar a unos u otros, por ende para la gente, para los usuarios en su mayoría, les es inverosímil si el expositor es profesional, bueno y cuenta con una larga trayectoria que lo respalde, les interesa saber más si está a favor o en contra de su político favorito o de sus ideas. Así se califica el trabajo de los informadores, con el juego de "estás conmigo o contra mí", y en base a eso se juzga si es "bueno" o "malo". 

La verdad quedó en el olvido, porque, en esta era del Consumismo Equizofrénico y la "Post-Verdad" (como la llamó Vladimir Putin), la información es solo un producto más que está para el deleite de las personas, y no para el progreso de la sociedad y el aprendizaje de las nuevas generaciones. Así podemos ver que en plataformas como Youtube hay muchos pseudo-periodistas y pseudo-informadores, que sin pensarlo dos veces, publican vídeos a diario sin mucho rigor o presentando hipótesis fantasiosas sobre un tema político, muchas veces no porque crean en ello, sino, PORQUE GENERA MUCHAS VISTAS. La calidad queda de lado frente a la cantidad.

Eso es lo que hacen muchos medios hoy en día, generar ruido a montones para atraer a la gente, titulares que venden, pero que al darle clic, uno puede observar que carecen de información, son "fake news" o son tan solo dos párrafos que no dicen absolutamente nada. Y los columnistas tampoco se salvan, es común entrar a medios "de gran prestigio" y ver que el 90% de sus columnas son críticas vacías, y destructivas contra una sola persona (como el Presidente de la República) o al revés, adulaciones disimuladas o abiertas hacia una persona, partido, idea o gobierno. Ambas carentes de trascendencia, lo que en palabras de Edmundo Gonzalez Llaca (autor del libro "Teoría y Práctica de la Propaganda")sería "Propaganda Negra", mensajes políticos dirigidos a las masas o a los "intelectuales" para acercarlos a una ideología o agenda política en concreto.

Lo importante es vender, es llamar la atención, tener más likes, tener más vistas, causar polémicas estúpidas o darle lo que quiere a la gente. Pero no transmitir la verdad o un mensaje valioso a la audiencia o tan siquiera informar de algo trascendental a las personas. ¿Qué cabe esperar entonces de un periodismo subvertido y entregado a la mentira?

Fue el gran Joseph Pulitzer, quien, acosado por los Grandes Emporios Periodísticos del momento, dejaría para la posteridad una lección que tal vez deberíamos recordar todos antes de autonombrarnos periodistas o informadores: "Una prensa cínica, mercenaria y demagógica producirá un pueblo cínico, mercenario y demagógico".





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